Escuela Técnica Superior de Arquitectura (ETSA)

Nefasto, imposible estudiar, todo el mundo hablando como si fuera esto un bar o un restaurante. Si quieres estudiar ven a las 4 de la mañana que no hay nadie, si quieres echarte unas risas y gritar como si no hubiera un mañana vente ya de ya

bonito edificio de Sevilla para estudiar la rama de arquitectura no hay mejor sitio, salen buenos profesionales en la materia

Hoy, te presentamos a GASPAR DE MOLINA y ZALDIVAR, Marqués de Ureña #arquitecto #ingeniero #poeta CCCVIII aniversario de su muerte.

¡Oh, los arquitectos y su sala de estudio! Es un lugar mágico donde el caos y la creatividad se fusionan. Al entrar, te encuentras con mesas rayadas que parecen haber sido testigos de un enfrentamiento épico entre lápices y reglas. ¡Parece un aulario de párvulos en una misión destructora! Pero espera, eso no es todo. Las maquetas por todos lados hacen que uno se sienta como si estuviera en un laberinto en miniatura. ¡Cuidado con no tropezar y derribar el edificio de sueños de algún pobre estudiante! Estos arquitectos realmente saben cómo llenar cada rincón con sus creaciones. Sin embargo, lo más destacado de esta sala de estudio no son las mesas rayadas ni las maquetas intrincadas, ¡es el ruido ensordecedor! Es como si los arquitectos hubieran tomado clases de megafonía y decidieran compartirlas con todo el mundo. Las voces resuenan por todas partes, como si estuvieran tratando de comunicarse con el cosmos arquitectónico. En resumen, la sala de estudio de los arquitectos es un lugar peculiar y ruidoso. Pero, a pesar del caos y las mesas rayadas, es un espacio donde la creatividad se desborda y las ideas cobran vida. Solo asegúrate de llevar tapones para los oídos y una buena dosis de humor, ¡porque estarás rodeado de un aula de párvulos ruidosos en pleno apogeo arquitectónico!

Es una pena porque es una biblioteca amplia con buenas instalaciones pero, no suele haber silencio, incluso los propios bibliotecarios hablan sin pensar en los que nos tomamos seriamente el estudio. Les comentas a los bibliotecarios que la gente no respeta y te contestan dándote a entender que ese no es su problema. Tampoco se te ocurra pedirles que bajen el sonido cuando están realizando sus tareas de ordenación porque te sueltan una fresca. En definitiva, lamentable.